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El suicidio de Alan García: un disparo desesperado en las alturas

"Donde se pone el dedo, salta la pus"

Manuel González Prada

Publicado: 2019-04-24


Un extendido rumor popular dice que Alan García no esta muerto; mientras circulan supuestas pruebas que sustentarían esta afirmación. Esto nos debe advertir que la población tiene tal nivel de desconfianza en los políticos, en especial de Alan García, el político más logrado de la derecha en las últimas décadas, que en verdad no creen que esté muerto.  

En la historia, a veces se dan hechos que condensan una época, generando fuerte polémica alrededor de estos. Creo que vivimos un momento similar, es decir un momento excepcional. En el hecho del suicidio de Alan García se agolpan muchos procesos históricos de los últimos años, la tarea es descubrirlos. A eso pretendo aportar.

Como hipótesis general, creo que el suicidio de Alan García es el resultado directo de la profunda crisis y cruenta disputa política en las alturas, donde están quienes detentan el poder, y sus representantes políticos, pero en especial es resultado del choque y pugna histórica de las dos fracciones fundamentales de la burguesía en el Perú, la tradicional y la emergente. A continuación presentaré cuatro ideas preliminares al respecto.

Primero. El suicidio de García es producto de la gran crisis y pelea en las alturas. De hecho han tenido un rol importante los fiscales, la prensa independiente, el destape de Odebrecht, las marchas anti-corrupción, hasta el estado psicológico del fallecido, y seguro más cosas, pero nada de eso explica de manera integral la muerte del líder aprista.

Alan García, el representante político más fiel, servicial, orgánico, así sea ególatra, el más logrado político del poder hegemónico, ha muerto. Esto ha sido así porque ha estado tan expuesto e indefenso, en medio de esta crisis y pelea en las alturas, que ha decidido suicidarse. El poder hegemónico ya no podía protegerlo; lo desechó, y prefirió suicidarse.

Segundo. Vivimos tiempos excepcionales. Hay una fuerte desconfianza nacional sobre nuestros supuestos dirigentes políticos. Las marchas del año pasado decían “que se vayan todos”, “cierren el Congreso”. Es decir, la profunda crisis y disputa en las alturas terminó por convulsionar toda la sociedad, llegando inclusive al llano, que salió a las calles a protestar.

Pero, ¿qué está pasando en la sociedad? No creo que solo exista una gran desconfianza en la población, también hay un poco de anarquía, pero también existe una creciente demanda de orden, de mano dura, y sed de justicia, pero principalmente de justicia social. Esto es algo que debemos de tener muy en cuenta. El Referéndum no resolvió la crisis, los fiscales, por más justicia que hagan, tampoco lo harán; Vizcarra y sus reformas tampoco lo van a hacer. La población pide cambios concretos, de a verdad. 

Por ello, el 2021 se estaría ya configurando como un probable escenario de solución. ¿Pero que alternativa? Si casi todos los políticos que habitan las alturas están cuestionados, y hasta hacen espíritu de cuerpo. Ahí están los Fujimori, Toledo, García, Humala, Kuczynski, inclusive la Villarán, y seguro vendrán muchas más sorpresas. ¿Qué alternativas quedan?

Tercero. El bloque reaccionario pretende ser una alternativa de solución para la continuidad del modelo. García, embarrado de corrupción, se ha disparado como una medida desesperada en las alturas, pretendiéndonos imponer una alternativa de impunidad para resolver crisis –cuestionando la prisión preventiva-. Una salida que la población dudo que acepte.

Esto fue respaldado en pleno velorio, con Cipriani diciéndo: “tenemos que caminar más unidos”, con Bedoya Reyes diciendo que: “Él (García) con su muerte nos ha reunido”. Hasta el mismo APRA ha soñado con ser el instrumento político de esa unión, con un Federico Dantón diciendo: “hay que hacer que este partido vuelva al gobierno de cualquier manera”.

Todo esto difundido y respaldado, de manera grotesca, por la prensa, la herramienta más eficiente de la defensa del modelo, que muchas veces funge de su partido político: la prensa del grupo El Comercio, y amigos. Seguro veremos seguir desfilando por los medios a más personajes.

Cuarto. Esta profunda crisis social expresa también el duro cuestionamiento a la denominada transición democrática. La caída del régimen fujimorista no significó la caída del modelo económico-social, sino la continuidad del mismo, solo que ahora en “democracia”. Esta democracia neoliberal es la que está en crisis. Sin embargo, este modelo ha sabido asegurar su continuidad, con sus tantas alternativas de recambio de gobierno.

En medio de este cuestionamiento a la democracia de Odebrecht, con una profunda crisis y cruenta disputa en las alturas, con una demanda de justicia social en las calles, ¿qué salida nos espera? El modelo se recompone. La misma Reforma Política es una medida de solución desde ese lado. Con las fuerzas progresistas en crisis, difícil que haya cambios en el país.

Entonces, o se da una continuidad y recomposición del modelo neoliberal en su versión de continuidad democrática, o se da en su versión cuasi-fascista. Vizcarra ha llamado a reflexionar a los fiscales sobre la prisión preventiva, Salaverry ha dicho que son excesos. Sin embargo, Barata sigue cantando. Es necesario respaldar las investigaciones, a los fiscales.

Finalmente, pues siempre hay que luchar por una solución de cambio, es urgente que las fuerzas democráticas, progresistas, patrióticas, de izquierda, deciden ser un tercer actor en esta concertada disputa en el marco del modelo neoliberal. Es necesario pensar en los más necesitados. Si es que articulan una amplia alianza que no solo combata a las fuerzas cuasi-fascistas, sino también al modelo neoliberal, el 2021 tendríamos algo distinto.


Escrito por

Gabriel Salazar Borja

Gabriel Salazar Borja (1984). Sanmarquino, zurdo, interesado en la historia y la política.


Publicado en

El militante que escribe

Escritos de un común militante de las izquierdas -de la revolución. De Perú, eso sí. Espero ser ágil; no prometo. ¿Temas? De todo, un poco.