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La Pampa. foto: la república

¿Entre La Pampa y el Giro Cívico?

Publicado: 2019-03-21

Hemos entrado esencialmente a un nuevo escenario político luego de la bancarrota política del fujimorismo, entendida como el gran rechazo que le tiene la gran mayorìa de la poblaciòn, que hace altamente improbable su recuperación política. Sin embargo, esta fuerza, que ha marcado nuestra historia reciente de los últimos treinta años, desde los epacios de poder que aún controla, puede contribuir a parar la lucha democrática y anti-corrupción, creando la posibilidad para que surja una alternativa similar, conservadora, reaccionaria y consustancial con la corrupción.

Pero, volviendo al nuevo escenario. ¿Qué de nuevo tiene este escenario?, ¿Quién va a llenar el vacío dejado por el fujimorismo?, ¿Frente al nuevo escenario y sus nuevos actores, hacia donde se enrumba el Perú? Aquí daremos algunas reflexiones muy iniciales.

Empecemos por lo primero. En el escenario pasado, hegemonizado por la gran amenaza naranja, el enemigo principal fue el fujimorismo. Por ello la defensa de esta democracia y de su estado de derecho, cuestionables en muchos sentidos, se convirtieron en algo prioritario para muchos. La idea unificadora era impedir que lo más parecido al fascismo ingrese al poder: el fujimorismo. Eso hicimos, y creo que en lo fundamental lo logramos.

En este nuevio escenario, lo que fue cuestionable pero no prioritario en el escenario anterior pasa ahora a ser prioritario. Es decir, hoy lo principal sería encarar esta democracia neoliberal, y su estado de derecho corrupto. Las banderas anti-neoliberales se presentan a la orden del día. Todo ello gracias al habernos sacado de en medio a los naranjas, algo que algunos sectores de los radicales no valoran -los infantiles, recordando a Lenin-, ni por lo tanto tampoco valoran las consecuencias que esto trajo: un nuevo escenario de lucha. Sigamos.

En este nuevo escenario, un sector del poder nacional está impulsando un giro cívico, pero neoliberal, con el nuevo premier, Salvador Del Solar, a la cabeza. Aquí parte de su propuesta, haciendo una metáfora de país del caso La Pampa –de minería ilegal-:

“Entrar a La Pampa es un reto enorme… somos un país que afortunadamente ha cambiado desde finales de los 80s,… a un país pujante y lleno de posibilidades… pero nos hemos definido sobre todo con una especie de emprendedurismo sin civismo, necesitamos la parte del civismo pues no hay nación que sea verdaderamente desarrollada sin civismo… tenemos que transformarnos de un país de tierra de nadie a un país que respete el patrimonio de todos…. Porque así mejoramos el bienestar de todos.”

El gobierno ha sabido ubicarse rápidamente en el nuevo escenario, por ello el cambio de Del Solar en reemplazo de César Villanueva, con quien antes –recordemos- ellos tuvieron una muy corta alianza con los fujimoristas. Necesitaban un cambio, y todo hace indicar que el ejecutivo y las fuerzas que están con él entienden también que el fujimorismo ya no es una amenaza, como lo fue antes –ni, menos aún, los necesitan-.

Pero el giro cívico no son solo estas declaraciones, también está la terrible opinión del premier sobre los pueblos indígenas, así como la Política Nacional de Competitividad y Productividad, y las declaraciones de Fabiola Muñoz sobre extender el “temporal” régimen laboral de agro-exportaciones –como en Ica, y sus espárragos- por veinte años más, donde los trabajadores tienen 15 días de vacaciones, sin gratificaciones ni CTS, entre otras ausencias de derechos laborales. Eso, entre otras cosas más.

Pues sí, el gobierno ha decidido encarar el nuevo escenario, y pisar fuerte. Podríamos decir que los temas de fondo para el poder hegemónico se resumen en como en medio de la crisis financiera mantienen más aún, garantizan más aún, sus ganancias -de los grandes empresarios y las transnacionales-. Es decir, en el nuevo escenario el gobierno se muestra más claramente, ya sin el fujimorismo de por medio –si nesa distorsión-, como lo que siempre fue: un defensor del modelo neoliberal.

Por ello, plantea el gobierno, es necesario, por ejemplo, ajustar a los informales, pero también a los trabajadores, y para ello esgrimen el argumento de la lucha contra la informalidad, pretendiendo oponer a los trabajadores con derechos –acusándolos de ser una supuesta élite social- con los que no tienen derechos –los pobres-. Dividen, por un lado, y ajustan, por el otro: dos pájaros de un tiro.

Esto no debe sorprender, pues el ajuste neoliberal se da hace años, producto de la crisis financiera así como producto de la caída del precio de los metales, en medio de la gran disputa entre China –y Rusia- con Estados Unidos. Esto ha causado mayor flexibilización laboral, afectando derechos sociales y laborales de los trabajadores(as), creando y/o multiplicando la economía informal e ilegal, ahondando las desigualdades sociales y sembrando de gran incertidumbe el futuro de los pequeños productores del campo y la ciudad. Como no hay un desarrollo integral de la industria y de toda la economía, el neoliberalismo ha provocado profundas distorsiones, que favorecen al gran capital transnacional y también al nacional. Frente a todo ello, el giro cívico es más de lo mismo.

Lo que no entienden es que su gran giro cívico neoliberal puede explotar en una rebelión en La Pampa; y que esta rebelión no será necesariamente de los trabajadores con derechos consagrados, ni los sectores medios que se oponían al fujimorismo en las marchas, sino serán de los mismos sectores informales, sin derechos, pero también pueden ser de los sectores ilegales y hasta criminales, que se rebelarán como lo hicieron en La Parada, donde muchos de ellos tenían vínculos con el fujimorismo. Esto, entendiendo que la informalidad, los productores y comerciantes, inclusive los trabajadores involucrados en este mundo no son los responsables principales de todo lo primario y salvaje que este trae. Es el modelo neoliberal el que ha construído esta realidad. No puede en ese sentido haber una política represiva como se pretende hacer en La Victoria. Es necesaria otra alternativa.

El escenario es muy complicado, y el gobierno está empujando una batalla que no la tiene para nada ganada. La pregunta nuestra es, ¿Qué vamos a hacer los izquierdistas?, los zurdos que hemos luchado contra el fujimorismo, y para ello hemos realizado múltiples alianzas con el fin de derrotarlos. Personalmente considero que debemos de entrar a una nueva etapa, a pesar que el escenario es bastante complejo y difícil. Es urgente analizar el país, tener un diagnóstico preciso, y así dar pasos firmes. Estas son solo, en todo caso, reflexiones iniciales para pensar en público.

Por ejemplo, ¿Qué vamos a proponer frente a la informalidad, ilegalidad y criminalidad? De hecho, para esto es necesario sacar lecciones de lo sucedido durante la gestión de Susana Villarán en Lima. Un balance al respecto es de suma urgencia en las izquierdas. Si el ajuste neoliberal de los cívicos pretende quitarle plata de los bolsillos a los trabajadores con derechos consagrados y a los informales de todo tipo, para así mantener sus ganancias, es necesario tener nosotros una contra-respuesta integral a esa apuesta. 

El neoliberalismo –y sus cívicos- pretenden chocar con más del 70% del país. Pero no sospechan que ese más del 70% del país puede rebelarse contra ellos. Y si lo sospechan, están probablemente pensando que necesitan de las fuerzas del orden para imponerse. ¿Y nosotros que vamos a proponer? De hecho no podemos defender de ningún modo el trabajo informal, donde se mueren los jóvenes en los Containers de la muerte, encerrados, cuasi esclavizados, armando focos y florescentes, sin mayores derechos.

De esto último estamos seguros, menos aún no podemos defender La Pampa con lo terrible que es la trata de menores de edad, el daño al medio ambiente, y más. Por ello el discurso supuestamente radical que ve en esto una cultura popular a ensalzar está sumamente equivocado. Esa tampoco es la alternativa. No podemos ser flexibles con ese empresariado explotador de Gamarra, de La Parada, o cualquier tipo de idealización “popular” que explota a la población, menos aún con los escenarios de ilegalidad y criminalidad como La Pampa. Es clave lanzar una alternativa distinta.

Es decir, no podemos impulsar como solución para todos los problemas del país al modelo de La Pampa o Gamarra, pero tampoco podemos impulsar al modelo neoliberal así esté barnizado de civismo, y menos aún con las experiencias corruptas –Odebrecht- de las Asociaciones Público Privadas (APPs). Y ojo que la ola conservadora también asoma. No podemos apostar por ninguno de estos actores.

Entonces ¿Qué hacer en este nuevo escenario? Si en la lucha fujimorista se movilizaron las fuerzas democráticas y los sectores medios, principalmente, y a través de ello fuimos avanzando en los sectores populares, hasta que estos terminaron por rechazar a los naranjas, ahora el escenario se abre en disputa de precisamente esos sectores populares. Ese 70% o más que los cívicos del neoliberalismo pretenden ordenar, está en disputa.

Ahí están esas mafias ilegales y criminales, están también los informales, pero no es que sean por naturaleza unos pillos, y ahí erraríamos tremendamente en el análisis. De hecho son parte grande de nuestra sociedad y cultura –así sea la cultura chicha o combi-. Una apuesta integral, que tome en cuenta a este más del 70% del país, debe de abrirse paso. Ya están los cívicos neoliberales y también ya están los informales, ilegales y criminales, y en medio de ello asoma el giro conservador -sea popular o de élite-.

Creo que se puede terciar con una apuesta anti-neoliberal y anti-fascista, pero que tenga una propuesta concreta de desarrollo del país, democrático, patriótico y progresista. La clave es superar el modelo de desarrollo primario exportador al cuál nos ha condenado el neoliberalismo en el mundo. No basta la diversificación productiva entendida como una mera reforma al mismo modelo, es necesario plantear como uno de los ejes centrales un plan estretègico de desarrollo, un plan de industrializaciòn integral, que impulse tambièn la dinámica de desarrollo de todos los sectores –salud, agricultura, educación, medio ambiente, ciencia, tecnología, cultura, y más-. Es urgente grandes reformas en el país.

Deben de existir trabajadores formales con los derechos laborales plenos, así como debe de existir también un proceso de industrialización del país, que genere precisamente más trabajo, pero formal y con derechos, al igual que una intervención del Estado en esta promoción del desarrollo nacional. Eso por ejemplo, para dar al menos una idea que encare estas otras alternativas. De hecho el debate sobre el medio ambiente, las libertades, y más ejes o agendas, deben de entrar a la mesa con igual prioridad.

Sin embargo, el nuevo escenario es más complejo, los nuevos actores son muchos. Por ejemplo las fuerzas reaccionarias pueden habitar otro cuerpo, ya no el fujimorista, para expresar nuevamente sus intereses corruptos y mafiosos. O, puede que ante el fracaso de los cívicos neoliberales, se venga una apuesta conservadora pero desde las élites. En general el escenario aún no se asienta del todo para preveer más cosas.

Pero, lo que si ha entrado en el nuevo escenario con mayor claridad, sin la distorsión fujimorista de por medio, es el modelo neoliberal; pero, aún está latente el peligro de los Bolsonaros, ya sean de arriba o de abajo. Por ello es importante abrir el debate de fondo sobre la actual realidad nacional; espero que estas líneas de reflexión inicial sirvan para ello, estando seguro que mientras pasen las semanas el panorama va a configurarse más.

Seguro hay más cosas por analizar, como el impacto de las reformas tanto en justicia como en el sistema político. Eso aún está en debate. Hasta aquí llegamos.


Escrito por

Gabriel Salazar Borja

Gabriel Salazar Borja (1984). Sanmarquino, zurdo, interesado en la historia y la política.


Publicado en

El militante que escribe

Escritos de un común militante de las izquierdas -de la revolución. De Perú, eso sí. Espero ser ágil; no prometo. ¿Temas? De todo, un poco.